Las necesidades vitales de los niños son:
- Ser respetado
- Sentirse importante
- Sentirse aceptado
- Sentirse incluído
- Sentirse seguro
Para que los hijos crezcan como niños autónomos es importante reforzar actitudes y pensamientos positivos en los niños, en otras palabras, fortalecerlos. Así crecerán en un ambiente emocionalmente saludable.
Otro aspecto esencial de fomentar es el autoestima. Una autoestima elevada en los padres ayudará a que los hijos sean independientes y seguros. Fomentar elogios y actitudes familiares positivas les creará una buena imagen de sí mismos.
Es vital tratar siempre a hijos con respeto. Si deseas que tus hijos no sean dependientes de los demás, debes enseñarles a tener respeto por sí mismos y los demás. Esto también se puede lograr fomentando el respeto y la escucha familiar.
Un hijo codependiente comienza por restricción de información. Entonces es fundamental que exista una libertad de información. Los padres codependientes utilizan la información como una forma de que sus hijos dependan de ellos. Esto es un gran error, porque lo único que logramos con esta actitud es hacerlos débiles ante la vida.
Para que los niños crezcan responsables e independientes es básico darles responsabilidad de acuerdo a su edad. Sólo de esta manera ellos serán capaces de hacerse cargo de sí mismos en un futuro.
Criar hijos emocionalmente sanos no es difícil, siempre y cuando dejemos de ser padres codependientes.
Entonces, ¿qué o cómo es un padre codependiente?
Los hijos tienen derecho de elegir su destino. Un padre codependiente se evidencia por chantaje/ manipulación. Por intentar llenar vacíos con un apego desmedido hacia sus hijos y siendo sobreprotector.
Para vencer la dependencia emocional entre padres e hijos es necesario confiar, delegar, respetar el espacio del otro para que pueda aprender de sus propios errores y levantarse después de una caída. Si no le damos este espacio a nuestros hijos, les restaremos la posibilidad de tener experiencia práctica de vida.
La dependencia emocional
La dependencia, en sí, no es mala, sólo es complicada cuando se produce de una forma extrema. Por ejemplo: ante una situación de dependencia la persona se centra únicamente en alguien y descuida el vínculo con los demás.
La codependencia emocional es una herencia de padres tóxicos. Ésta se manifiesta como: falta de autoestima, inseguridad, miedo a ser uno mismo, desconfianza, sentimientos de culpabilidad y frustración. La codependencia interfiere en el crecimiento como personas y en la capacidad de desarrollar una vida con plena autonomía y libertad.
La dependencia emocional se origina en la infancia. Lleva a intentar complacer siempre a los demás con el fin de mantener el vínculo y evitar un posible rechazo.
Causas de la codependencia
Los padres tóxicos transmiten a sus hijos emociones tóxicas, a través del control, manipulación e incluso comparaciones y humillaciones públicas.
Algunos síntomas de esta codependencia son:
- El chantaje emocional. Niños sienten que sólo tendrán el cariño/ amor de padres si cumplen sus expectativas. Los padres tóxicos tienden a reprobar o castigar cualquier intento de individualidad por parte del niño.
- Manipulación paterna. Uso de frases imperativas como “Se hace así porque yo lo digo” ó “tú lo que tienes que hacer es obedecer”. Esto puede generar sentimiento de culpa en el hijo/la hija.
La codependencia, así como los padres tóxicos puede llevar a hijos a no respetarse a sí mismos y repetir patrones de dependencia en relaciones.
Señales de padres tóxicos
Los padres tóxicos son controladores. Niegan el rol de adulto de sus hijos. Niegan la capacidad de hijos de tomar sus propias decisiones.
La dependencia emocional puede escalar al nivel de un trastorno. Entre los indicadores de este trastorno están: baja autoestima, miedo al abandono, miedo a la soledad, miedo de ser uno mismo, dificultad en la toma de decisiones, angustia, depresión, necesidad continua de aprobación, negación de la realidad, complejos.
¿Eres un padre/ madre codependiente?
El primer síntoma de la codependencia es la negación. El padre/ la madre codependiente:
- Niega sus pensamientos, deseos
- Se centra demasiado en alguien
- Tiene baja autoestima
- Tiene necesidad excesiva de control sobre las personas
De padres tóxicos a hijos codependientes
Hay personas que están todo el tiempo pendientes de los demás. En lugar de construir una vida propia, giran en torno de sus hijos, sus padres, sus parejas, sus amigos, sus vecinos. Necesitan ser necesitadas para sentirse seguras. Prefieren la compañía de aquellos que tienen serios problemas, porque eso les ofrece la oportunidad de intervenir, con la intención de salvar o rescatar al otro.
Tóxicos y dependientes
En cambio, estas solícitas personas se vuelven controladoras, hipervigilantes, manipuladoras. Aunque no parezca, tienen un problema grave: son codependientes; tan adictos a las relaciones que establecen con los demás y que mantienen obsesivamente ocupadas sus vidas como son adictos al alcohol, al juego o a las drogas los que son socialmente definidos como tales.
Para la licenciada Emilia Faur, psicóloga social organizadora del Primer Encuentro Interdisciplinario sobre Codependencia realizado en la Argentina, la génesis del problema de estas personas adictas a personas hay que buscarla en la historia familiar.
«La mayoría son hijos de padres tóxicos -dice la psicóloga social, que trabajó como especialista en diseño, implementación y monitoreo de programas sociales en el área de salud de Ministerio de Acción Social de la Nación-. Este tipo de padres tiende a ver la rebelión o simplemente las preferencias personales de sus hijos como un ataque personal. Aunque con las mejores intenciones, dañan a sus hijos de tal modo que producen efectos traumáticos profundos en su vida de relación.»
En este tipo de familias los hijos se acostumbran a callar, a no oponerse, a no hablar de los problemas, a no confiar en nadie, ni siquiera en ellos mismos. La propia identidad se va desdibujando y devaluando sobre la base de esta vivencia: sólo se llega a ser alguien si los demás necesitan de uno y si se hace algo bueno por el otro.
La licenciada Faur afirma que existen distintos tipos de padres tóxicos. Pero es habitual que uno, o ambos, sean adictos a alguna sustancia o conducta compulsiva (por ejemplo, el juego, o incluso el trabajo) y se vivan situaciones de violencia física o verbal en el seno de la familia.
Padres de mala conducta
En algunos casos, estos padres son inadecuados emocionalmente y se sirven de sus hijos para que asuman roles que en verdad les corresponderían a ellos. «Padres de mala conducta -comenta Faur-. ¿Qué casos? Madres de hijas adolescentes que en lugar de acompañar el crecimiento de las chicas compiten con ellas; padres que se visten y actúan como muchachos y se ponen en un pie de igualdad con sus propios hijos… Son esos padres que se enorgullecen diciendo que sus hijos son sus amigos, cuando en verdad el padre no puede ser amigo, pues el padre es la ley. Donde esto no ocurre la relación se vuelve disfuncional.»
Cuando en una familia de este tipo hay un padre adicto y una madre que pasa todo el día corriendo detrás de ese hombre para salvarlo del problema, es todo el grupo el que se enferma. «Los primeros en advertir que la dificultad no la tenía solamente el adicto sino también quienes estaban a su alrededor fueron los familiares de Alcohólicos Anónimos en 1940 -explica la licenciada Faur-. Advirtieron que siempre había alguien que vigilaba la vida del adicto, que vivía dominado por eso. Su enfermedad era la del control y de la obsesión por el rescate. Así, los familiares de alcohólicos acuñaron la palabra codependiente para nombrar esta clase de vínculo.»
El problema es tan complicado que, en la gran mayoría de los casos, cuando un adicto se recupera sobreviene una crisis en el ámbito familiar, pues su cuidador ya no tiene de qué ocuparse. Allí aflora, con todo dramatismo, su patología. Es que en ese intento de rescatar al marido, hijo, hermano, padre, madre o pareja de sus adicciones comienzan a establecer un tipo de relación en la que no pueden hacer otra cosa que vivir pendiente de esa persona.
¿Por qué la codependencia es más frecuente entre las mujeres?
«Porque la posición de la mujer está mucho más legitimada socialmente en la función de rescatar al otro –explica la licenciada Faur-. Muchas mujeres al hablar de un marido adicto afirman que si no lo cuida ella nadie lo cuidará. Y, socialmente, si deja de hacerlo se vuelve una mala mujer. Sin embargo, ni se ayuda ni ayuda al otro. En realidad, justificando sus actitudes y apañándolo sólo se convierte en una facilitadora de las conductas autodestructivas de esa persona. En ese rol de rescatadora no le permite hacerse cargo de los efectos de su propia conducta.»
El codependiente es siempre rescatador, perseguidor y víctima. Es que sus intentos de control y salvación están condenados al fracaso.
Niños niñeros: “Sólo sirvo si otro me necesita”
En las familias tóxicas está tácita o explícitamente prohibido hablar de la conducta compulsiva de alguno o ambos padres. «El hijo de un alcohólico -ilustra Faur- probablemente fue muy perseguido porque no hacía los deberes o no tenía un rendimiento apropiado en la escuela. Es una forma de desviar el foco del problema, pues el problema no está allí.»
Cuando en una casa el padre tiene alguna adicción y la madre corre todo el día detrás de él en vano intento de salvarlo, los hijos suelen ocuparse de funciones para las que aún no están preparados. Así emergen hijos que cubren o compensan las faltas de esos padres. Son autoexigentes, con gran rendimiento.
La consecuencia más visible de los hijos de padres tóxicos es que fueron preparados para ser niñeros y niñeras de los demás. «No podrían establecer una relación con alguien que esté bien -dice Emilia Faur-. Porque necesitan ser necesitados para sentirse valorados, necesitan sentir que sirven para algo. Suelen elegir parejas que de algún modo ocupan el lugar que tenía alguno o ambos padres: personas compulsivas, adictas al alcohol, al juego, las drogas, violentos, inmaduros, maltratadores. Esto no se vive en forma consciente, pero el planteo es: lo que no logré con mi mamá o mi papá lo voy a conseguir con este hombre o esta mujer. Ser hijo de padres tóxicos explica perfectamente bien conductas codependientes en la vida adulta: sólo sirvo si otro me necesita.
«El proceso de recuperación tiene distintas etapas y propósitos -explica la licenciada Faur-. El codependiente debe dejar hacer a los otros, es decir, liberarse del intento de controlar a los demás. Así se libera del intento tácito de rescatar al otro para ponerlo en su camino.»
Pero, por otra parte, el codependiente debe aprender a responder en lugar de reaccionar, recuperando la autonomía frente a los mandatos del pasado. Esto puede resultar una empresa titánica para aquellas personas que nunca pudieron decir «no puedo» o «no quiero» como manera de afirmar su autonomía y de expresar su capacidad de decidir en libertad.
«La intimidad -concluye Emilia Faur- no es ser absorbido por el otro, sino conocerlo y dejar disponible lo que es propio de cada uno para el encuentro.»
Bueno, así cierro este pequeño artículo donde quería ampliar la importancia de un entorno emocionalmente saludable para el crecimiento de niños seguros e independientes y especificar qué “elementos” no conforman parte de este tipo de entorno.