“Los problemas de pareja y cuando tu pareja es tu maestro”
basado en programa audiovisual #ENTRETANTO
dirigido por Alicia Soltero Medios [psicoterapeuta familiar sistémica]
En su programa #ENTRETANTO Alicia Soltero junto al psicoanalista J. Luis Zamarripa [https://www.youtube.com/watch?v=ibFCbqh8JH0] nos señalan la importancia de la toma de consciencia del cómo aprendimos a relacionarnos, que lógicamente toman como punto de partida, o como patrones de referencia originales: a la madre y al padre. Sin embargo, hacen énfasis en que estos patrones son sólo un punto de comienzo que tienen múltiples maneras de desplegarse. Hacen también, hincapié en que en las relaciones siempre hay conflictos, pero que el problema es que estos conflictos que todos tenemos se complejicen más de lo necesario.
En este contexto la búsqueda terapéutica va hacia el descifrar ¿por qué elijo a quién elijo como pareja? y determinar si esas elecciones, siempre hechas de manera inconsciente, repiten patrones conocidos o buscan alejarse radicalmente de lo ya experimentado [ej.: te ignora igual a tu papá, etc.]
Podemos estar muy conscientes de que no nos hace bien lo que estamos haciendo, lo que estamos eligiendo, pero siempre hay un aspecto disfrutable, dentro de todo, en lo que hago.
Lo saludable, aquí sería hacernos dueños de nuestras acciones, si necesitamos un cambio. Tomar las riendas de aquello que sí está dentro del control personal.
El psicoanalista J. Luis Zamarripa afirma que una de las primeras cosas que le podemos mejorar a nuestra vida es “dejar de quejarnos”. No desde la postura “asúmalo, sométase”, sino desde la postura “Si no le gusta lo que le sirven, no se lo coma, ¡pida un cambio!”. Si se va a quejar, quéjese para que cambien las cosas, pero no para que los demás compartan su fastidio, nada más. El quejarse le sirve al chantajista, para que el otro haga aquello que yo no quiero hacer.
Con mucho tino el psicoanalista, invitado al programa de Alicia Soltero, sostiene que la queja viene más desde la sensibilidad femenina, porque es más pasiva. El hombre vive más desde el “qué es aquello que puedo reparar”. En cambio, la postura de la mujer es esperar, “haz algo”, “ayúdame”. Entonces, el concluye que siendo la queja una tendencia más bien femenina, el objetivo es que el otro haga lo que yo no puedo, quiero hacer. Sin embargo, a lo que apela es a usar la palabra para usar todo el diccionario y para decir lo que nos está pasando. Esto implica: ser un activo útil en la solución de nuestros problemas.
Cuando tu pareja es tu maestro
En este programa [https://www.youtube.com/watch?v=zPPgUkf3yHs] Alicia Soltero nos invita a tomar consciencia de que los sistemas de relaciones tienen distintos ciclos: el ciclo del noviazgo, el ciclo luego del matrimonio, el ciclo de los hijos, el ciclo de los hijos adultos, el ciclo de que los hijos se van de casa.
En las relaciones, independientemente del ciclo en el que nos encontremos, tenemos actos de amor hacia el otro y momentos en que el otro no los recibe como tal.
Ella nos pregunta: ¿Cómo le demuestro mi amor a mi pareja? ¿qué hace el otro? ¿qué hago yo? Esta pregunta viene desde la importancia de tener claro que el otro no puede leerme la mente. Un síntoma de que espero esto del otro sería un pensamiento que empiece con la frase: “Si el otro me quisiera…”. Si yo no solicito lo que quiero, estoy esperando que el otro me lea la mente. Si funciono así, significa que mi amor está sometiendo a prueba constantemente al otro.
No es el otro que tiene que saber cómo amarme, somos nosotros quienes enseñamos al otro cómo amarnos de la manera que uno específicamente necesita. El otro no tiene que adivinar cómo yo me siento amada. Nosotros somos el maestro de nuestro compañero en el arte de cómo me gusta sentirme amada. Y el otro es mi maestro también; él me va a enseñar cómo le gusta sentirse amado por mí.
Nadie está hecho a imagen y semejanza de las expectativas del otro. Debido a esto tengo que preguntarme recurrentemente: ¿cuál es la necesidad de mi compañero? ¿Cuáles son las mías? y aprender a expresarlas, aprender a reconocerlas.
Si a mí no me nace hacer lo que mi compañero me solicita, hay algo en la capacidad de sintonizar, empatizar, que no está funcionando bien en nuestra relación. Hay que aprender a expresar lo que yo quiero y a preguntar lo que a ti te gustaría.
Por otro lado, es importante nunca perder en cuenta que la relación de pareja es una relación de colaterales; se pide de adulto a adulto. Ni él arriba, ni yo abajo.
En una relación de pareja tengo que aprender a responder con mis propios recursos, con mi tiempo, con mi nivel de preparación.
Cuando ya no me nace atender una solicitud de mi pareja significa que algo está pasando dentro de la relación, hay un conflicto.
Más adelante, Alicia Soltero nos acerca a tres herramientas que ella considera vitales para una convivencia efectiva. Vivir en pareja nos lleva a usar 3 herramientas esenciales, según ella: la mirada [ver en qué ciclo estamos ahora y adaptarnos], la escucha [preguntar y escuchar, no estando en el celular], la pregunta [usar la palabra, muestra de interés amoroso por el otro, no preguntar a nivel de control].
Por último, la psicoterapeuta Soltero refuerza que una relación no es una foto, es una película. Y que tenemos que verla así con su movimiento inherente y sus etapas cambiantes. Una película habla de que hay diferentes etapas en el estar juntos. En cada ciclo hay que hacer un ajuste para adaptarse a este momento.
Hay que dejar de lado la idea de: “si realmente me quisieras, harías…” es mejor decir: “cuando haces eso no me siento amada. Eso me hace sentir que me eres indiferente”. Si mi pareja me dice “es que no puedo hacer nada al respecto”, entonces hay una grieta en la relación.
Ella sostiene que cuando usamos las herramientas antes mencionadas, el otro se convierte en mi maestro en el arte de amar. Porque pregunto, porque escucho las respuestas y veo sus necesidades. Cuando el otro usa estas herramientas, yo soy su maestra en el arte de amar.
Es importante no olvidar que hay ciertas actitudes, ciertas disposiciones, ciertas rutas que son diferentes para el uno [la pareja] y para el otro.
Finalmente nos deja un cuestionario para responder, individualmente o en pareja, para poder contemplar la posibilidad de enseñar al otro a amarnos mejor.
Nosotros respondemos a necesidades del otro con recursos propios, con tiempo personal, con ganas. Cuando ya no hay ganas, no aplican estos recursos de este texto.
Cuestionario:
- ¿Qué actitudes, comportamientos, acciones de su compañero/a a Ud. la hacen sentir amada/o? / ¿Qué es lo que el otro hace, que a mí me hace sentir amada?
- ¿Qué haces cuando un gesto [detalle] de amor de tu parte no es apreciado o valorado como tú esperabas? ¿Qué hace que un gesto que hago sea pasado por alto? ¿dejo de hacerlo? … ¿cómo reacciono? Ej.: lo sigo haciendo, me siento ofendida, herida y me alejo, insisto de la misma manera… ¿mantienes tu disposición?
- ¿Puede Ud. tomar la iniciativa de enseñar a su compañero a amarla? ¿Cómo? Sea tan específica como pueda… mirada, palabra, escucha.